1. Libertad de elección
El niño tiene capacidad crítica y se le debe dejar que él mismo seleccione los libros que quiere leer. La imposición es un mal camino para fomentar la lectura. Es aconsejable que los padres propongan a sus hijos libros que alimenten su curiosidad, pero en ningún momento se les puede prohibir u obligar a leer un libro u otro.
2. No imponer la lectura
En este aspecto hay que ser asertivo y jugar con la recompensa para incentivar la lectura. Obligar al niño a leer un tiempo determinado cada día solo propiciará que el niño aborrezca la lectura y no la contemple como un pasatiempo o hobby.
3. Entender la lectura como un juego
Una gran dificultad a la hora de fomentar la lectura ha sido que los libros siempre han estado relacionados con el mundo académico. Enseñar la cara amable y lúdica de los libros y dejar que el niño acceda al mundo de la lectura por su propio pie es la mejor manera de favorecer su inquietud por la misma. Leer debe ser un acto placentero.
4. Leer en espacios creativos
Resulta aconsejable dejar de lado el escritorio de habitación y buscar lugares que alimenten la imaginación. Las bibliotecas son un espacio idóneo para leer, estudiar, pero no nos podemos olvidar de que los parques y otros espacios abiertos también son perfectos para disfrutar de un libro, siempre mejor en compañía de los padres.
5. Establecer una rutina diaria
Buscar un espacio y un tiempo diario para que el niño lo dedique a la lectura, como por ejemplo, antes de ir a dormir o justo después de la merienda. Crear un hábito y hacer que el niño ligue ese tiempo al disfrute es la mejor manera de potenciar la lectura.